LA TRANSPARENCIA DE LA LIBERTAD

 

Pasaba una noche de otoño, y otra, y otra. Mi alma se iba apagando, igual que ese pobre árbol de la calle. Al menos ese árbol tenía vida, no como yo, que todos los días tenía que soportar gritos y palizas de quien pensaba que sería una pesadilla fruto de mi imaginación. Todas las noches admiraba por la ventana la libertad de ese árbol, deseando que esa noche fuera la última en la que estuviera encerrada entre esas cuatro paredes.

Otro enfado con él y al día siguiente subió su nueva pistola a casa, un escalofrío recorrió mi cuerpo, por fin mi vida se iba a apagar del todo; con mucha seguridad la coge con sus dos fuertes manos, y de repente llaman a la puerta y deja su pistola. La cojo temblando, me la pongo en la barbilla, una idea pasa por mi cabeza… Disparo y escucho cristales caer al suelo. ¡Libertad!

Álvaro Sánchez